sábado, 15 de junio de 2013

La lucha continua. Por Teresa Mollá



El sábado precisamente hablaba con una amiga sobre las formas emergentes de transmitir el feminismo.
Quizás las formas sean nuevas, pero el fondo es el de siempre: La reivindicación de la igualdad real y en todos los ámbitos de mujeres y hombres. Y en los tiempos que corren en España y con la que nos está cayendo de recortes, reformas, ajustes y demás eufemismos de la jerga política del PP, lo realmente importante es no desnortarse con las formas.
A mi particularmente me da igual que los actuales movimientos sociales se llamen como quieran siempre que incluyan entre sus referencias reivindicativas irrenunciables la igualdad de oportunidades y derechos entre mujeres y hombres.
Si la defensa de la igualdad real no está presente en sus reivindicaciones, desde mi punto de vista ocurren varias cosas. A saber:
    •   -  No deberían llamarse movimientos sociales puesto que se olvidan de más del 50% de la población que somos las mujeres.
    •   - Sus reivindicaciones, por muy solidarias que puedan presentarse, no engloban las necesidades de toda la población y por tanto pierden valor.
    •   -  Al no englobar a toda la sociedad, aunque sólo sea en las formas se vuelven excluyentes y por tanto menos “sociales”.

La actual crisis europea ha sido un acicate para la aparición de diferentes movimientos contestatarios al actual sistema de partidos político que esta caduco y es demasiado rígido.
Estos movimientos que promulgan un sistema político más participativo y menos representativo, con demasiada frecuencia caen en la trampa de la teoría de “que esté quien valga sea mujer u hombre”. Esta perversa afirmación esconde otra perversión aún mayor: la de dar carta de naturaleza democrática a las trampas que el patriarcado nos sigue poniendo cada día a las mujeres para conseguir una verdadera igualdad.
Al no tener puntos de partida igualitarios puesto que los potentes elementos socializadores actúan sobre cada persona heteroasignándola desde incluso antes del momento de nacer, se nos va construyendo como mujeres u hombres sin tener en cuenta nuestras propias necesidades o deseos. Así, desde el orden simbólico o desde el real se construyen paradigmas de lo que han de ser los hombres y lo que se espera de ellos y de igual modo para las mujeres.
Esos diferentes puntos de partida que son sociales y que no elegimos, llevan implícitas las desigualdades de las que hablo y por tanto aunque se haya estudiado la misma carrera, se haya crecido en ambientes sociales similares, etc. mujeres y hombres no son iguales y por tanto unos tendrán mayores ventajas para ocupar esos espacios públicos que otras. Y es así porque a las mujeres, históricamente se nos ha relegado al espacio doméstico y privado. También y durante muchos siglos se nos ha impedido tomar la palabra en público y estos handicaps siguen vigentes pese a que haya gente que se empeñe en decir que la igualdad real se ha conseguido.
De ese modo, no me vale el sistema del “que esté quien valga sea mujer u hombre”, puesto que ya de partida las mujeres salimos perdiendo por esa socialización de la que hablaba y que nos heteroasigna sistemáticamente.
Por tanto y volviendo al inicio, los movimientos sociales asamblearios o no que han surgido y que están surgiendo han de tener claros estos factores e incluir en su lista de cambios sociales a conseguir la igualdad plena y en todos los planos entre hombres y mujeres para ser realmente representativos de una sociedad desigual que se pretende cambiar. De lo contrario, se les podría aplicar aquello de “los mismos perros con distintos collares” puesto que pretenden cambiar un sistema de privilegios de clases sociales, pero mantener el sistema de privilegios consagrado por el patriarcado y que se les otorga a los hombres preeminencia en detrimento de los derechos de las mujeres.
Si queremos de verdad cambiar los cimientos de la sociedad, primero tendremos que cambiar los cimientos de nuestra conciencia personal y colectiva, y asumir que aún hoy, en los primeros años del siglo XXI, la desigualdad entre mujeres y hombres es una consecuencia de las trampas que aún hoy nos sigue poniendo el patriarcado para continuar existiendo.
Y precisamente por eso, la lucha por conseguir la igualdad real y en todos los ámbitos ha de incorporarse a las reivindicaciones de esos nuevos movimientos sociales emergentes. De lo contrario, seguirán representando al patriarcado, eso sí, con rostros más jóvenes y discursos aparentemente renovados pero que en el fondo se siguen olvidando de los intereses de más de la mitad de la población: Las mujeres.

Tere 2013
Ontinyent, 10 de junio de 2013.
Teresa Mollá Castells
Experta en género y creadora del blog "Mujeres sabias y brujas"

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